La joven leonesa Samantha Salas gana en dobles del racquetbol ante los Estados Unidos, con Margarita Zavala como espectadora
Por primera vez, el himno mexicano sonó en unos Juegos Panamericanos por el empuje de una leonesa.
Samantha Salas, una joven surgida del club Punto Verde, se colgó ayer la medalla de oro en los Panamericanos de Guadalajara 2011, tras ganar la final de dobles en el racquetbol, junto a Paola Longoria.
La pareja leonesa venció a la dupla Rhomda Rajsich-Aimee Ruiz, de Estados Unidos, con cartones de 15-12, 5-15 y 11-5, tras casi hora y media de emocionante partido y con la primera dama, Margarita Zavala, como espectadora de lujo.
Samantha terminó el juego sangrando del codo derecho, tras tirarse por una pelota, y adolorida en el mismo hombro, por un pelotazo, pero todo valió la pena al sumar el que espera sea el primero de dos oros, pues desde hoy jugará en la modalidad por equipos, donde México también es favorito.
El juego de ayer arrancó con enorme nerviosismo, no podía ser diferente en una final con protagonistas tan necesitadas de triunfo. Por un lado, Samantha, un día después de ser eliminada en singles, y por otro, la norteamericana Rajscih, quien por la mañana perdió el oro individual justo ante Paola Longoria.
Quizá por ello los primeros puntos fueron más un duelo personal que algo colectivo. Rhonda se paró detrás de la leonesa y dejó que Aymee Ruiz tratara de controlar a Longoria.
Su estrategia funcionó sólo hasta que Paola se aplicó en los tiros cortos y Samantha atacó a placer a Rhonda. La leonesa sacó puntos incluso tras resbalarse y tras diez minutos de partido las locales ya ganaban 8-4.
Pero la final debía ser difícil. Un oro no es gratis y las mexicanas lo sufrieron cuando Estados Unidos ligó seis puntos sin respuesta. Fue un sofocó provocado por el plan estadounidense: Ruiz con tiros conservadores y Ronda con agresividad extrema.
Acabaron los gritos desde la tribuna y, por un momento, se temió un descalabro parcial, pero sólo hasta que llegó la garra de la leonesa, vestida de minifalda, con una rodilla vendada y un corazón irrefrenable.
Sólo así se entiende su fuerza para primero tirarse de cabeza por una bola, sangrar por algunos minutos y volver a la cancha con la llave del triunfo. Sus tiros siguientes, ya con otro vendaje en el codo, fueron perfecto.
Igual atacó con pelotas cruzadas a Rhonda que humilló a Ruiz con tiros abajo. La victoria de 15-12 en el set fue toda suya.